Revelan que el humo de tabaco y vapers empeora los síntomas y el control de la alergia al polen

Revelan que el humo de tabaco y vapers empeora los síntomas y el control de la alergia al polen

En un momento de elevada concentración de pólenes, el humo del tabaco, ya sea de cigarrillos convencionales o vapeadores, agrava los síntomas alérgicos y dificulta su control con antihistamínicos o corticoides, al tiempo que también afecta a los no fumadores.

 

Aunque el consumo de tabaco convencional se encuentra en sus menores niveles en España en los últimos 30 años, la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES) de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, ha alertado del aumento en el uso de cigarrillos electrónicos o vapeadores, de manera que un 19 % de la población los ha probado alguna vez, y su consumo continúa extendiéndose, especialmente entre los más jóvenes.

Esta doble exposición de polen y tabaco está generando un escenario perjudicial para quienes padecen alergias respiratorias, provocando que los síntomas sean percibidos de manera más intensa y durante más tiempo, ya que el sistema respiratorio, ya comprometido por la alta concentración de alérgenos en el ambiente, se ve aún más debilitado por los efectos irritantes y tóxicos del humo, incluso en personas no fumadoras.

Según han recordado expertos de Cigna Healthcare con motivo del Día Mundial sin Tabaco, "a pesar de percibirse como menos perjudiciales, estos dispositivos —en su mayoría con nicotina— también contienen sustancias irritantes que afectan al sistema respiratorio. En plena temporada alta de polen, su uso puede agravar la inflamación de las vías respiratorias y amplificar la respuesta del organismo frente a alérgenos como el polen o los ácaros, incluso, en personas sin historial alérgico".

En este sentido, según ha explicado Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, "el humo del tabaco, ya sea en forma de tabaquismo activo, pasivo o a través de cigarrillos electrónicos, actúa como un irritante directo que inflama las vías respiratorias, debilitando su rol de barrera de defensa mecánica y celular natural de nuestro organismo. Esto no solo empeora los síntomas de las alergias, sino que puede hacer que los tratamientos sean menos efectivos. A largo plazo, esta inflamación constante aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias crónicas, como asma, especialmente en aquellos con antecedentes alérgicos, además de perjudicar otros aspectos de la rutina diaria como el descanso".

El tabaco tiene un efecto multiplicador sobre los síntomas de las alergias respiratorias a través de los siguientes mecanismos fisiológicos, produciendo mayor inflamación y sensibilidad de las vías respiratorias, lo que supone una evolución hacia enfermedades respiratorias crónicas y un empeoramiento de las mismas.

De esta manera, cuando los síntomas alérgicos se mantienen activos durante mucho tiempo, son severos y, además, se asocian al tabaquismo, el sistema respiratorio puede sufrir daños estructurales como enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o fibrosis pulmonar, hats el punto de que el tabaquismo se ha convertido en el principal factor de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad.

Además, diversos estudios han demostrado que la presencia de alergias respiratorias puede empeorar los síntomas del EPOC y sus exacerbaciones, motivo por el que es importante entender que existe una relación bidireccional entre el tabaquismo y las alergias, de manera que el tabaquismo puede empeorar los síntomas y consecuencias de alergias no tratadas, y a su vez la presencia de una alergia no tratada puede exacerbar y empeorar enfermedades pulmonares causadas por el humo del tabaco.

Así las cosas, los fumadores activos y las personas expuestas regularmente al humo del tabaco tienen una peor respuesta a tratamientos habituales como antihistamínicos y corticoides inhalados, lo que obliga en muchos casos a aumentar la dosis o recurrir a medicación más agresiva, con el consiguiente impacto sobre la salud general del paciente.

Además, la congestión nasal, el picor y la tos nocturna se intensifican en ambientes con humo, lo que interfiere directamente con la calidad del sueño. Por otra parte, se ha demostrado que los menores expuestos al humo del tabaco, incluso de forma pasiva, tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedades alérgicas como el asma o la rinitis; mientras que en quienes ya presentan síntomas, el tabaco puede acelerar su evolución y aumentar la carga de enfermedad a lo largo de su vida.

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