En España, se estima que entorno a uno de cada cinco niños padece algún tipo de alergia. Con todo, los expertos están empezando a observar que la la edad a la que se observan los primeros síntomas está bajando, hasta llegar a ubicarse, en algunos casos, a los dos años de edad.
Seún ha indicado la doctora Dolores Peña, pediatra en el Hospital Quirónsalud Cáceres, la cifra de niños que debuta en la alergia primaveral ha ido en aumento, "con cerca de un 40 % más de casos en la última década". En este sentido, la especialista en eediatría ha señalado que "los primeros síntomas de esta alergia primaveral, por lo general, aparecen sobre los cuatro o cinco años", aunque "en los últimos tiempos se están detectando casos incluso en niños de apenas dos años", ha advertido.
Peña asegura que "la alergia al polen de plantas es la más común entre los niños en primavera, especialmente a pólenes de gramíneas y olivos, provocando síntomas como estornudos, goteo nasal y picor de ojos", al tiempo que afirma que "a diferencia de un resfriado, la alergia primaveral no suele dar fiebre, por lo que si los síntomas persisten o tienden a repetirse el mismo periodo cada año, probablemente el menor sufra algún tipo de alergia".
Las alergias se diagnostican valorando la historia clínica del niño y mediante pruebas específicas realizadas por el pediatra o alergólogo. Las más habituales son las pruebas cutáneas, que consisten en inyectar diversos alérgenos en la piel a través de pequeños pinchazos para ver si causan reacción, pudiéndose también detectar anticuerpos alérgicos específicos mediante análisis de sangre.
En estos casos, la predisposición genética influye de manera considerable. "Si los dos progenitores son alérgicos, el niño tiene hasta un 30% de posibilidades de serlo también", ha argumentado la facultativa del Hospital Quirónsalud Cáceres, que ha recordado que "el 50 % de los niños alérgicos no tiene antecedentes".
De la misma manera, existen factores ambientales, como la contaminación atmosférica, que pueden favorecer la aparición de alergias en la infancia. En este sentido, Dolores Peña recomienda a las familias tomar medidas para reducir la exposición como "ventilar la casa solo a primera hora de la mañana o por la noche, o llevar gafas de sol e incluso mascarilla al aire libre, lavándose bien la cara y manos al llegar a casa para eliminar el polen adherido".
El tratamiento principal consiste en evitar en la medida de lo posible el contacto con el alérgeno causante, aunque para aliviar los síntomas se pueden emplear medicamentos antialérgicos.
En función de la edad y la severidad, también se puede valorar la vacunación como tratamiento individualizado, siendo su objetivo curar o desensibilizar a largo plazo, y no apaciguar los síntomas de manera inmediata.
Siguiendo dichas recomendaciones, se reducirá la posibilidad de que el menor sufra las consecuencias de la alergia primaveral, cuyos síntomas pueden llegar a ser muy molestos, especialmente para los niños.