Mantener una rutina de limpieza es esencial para el hogar, pero si eres una persona alérgica, la cosa cobra especial importancia... y es que en el caso del polvo, aunque no sea visible, puede convertirse en un serio inconveniente para la salud.
La alergia es la reacción a una sustancia o alimento que no suele provocar respuesta negativa en la mayoría de las personas. Por ejemplo, el polen o el polvo únicamente producen dificultades a algunas personas, mientras que a otras no afectan en absoluto.
El sistema inmunitario se ocupa de generar anticuerpos para que ningún agente externo cause problemas al organismo, sin embargo, a veces interpreta que unas partículas son dañinas cuando no producen mal alguno. Por este motivo. el polvo puede llegar a reaccionar en unas personas, pero en otras no.
Son muchas las respuestas que el cuerpo da a los alérgenos, tales como irritaciones en la piel, bloqueo en las vías respiratorias, picor de ojos o problemas del aparato digestivo, entre otros... sin emargo, la gravedad de las alergias varía dependiendo de cómo reacciona el cuerpo de cada persona.
Uno de los principales causantes de sufrir alergias es la genética, de modo que si en la familia hay alguien que sea alérgico, es más probable padecer este problema, ya que existen varios genes implicados en el proceso. Sin embargo, los factores ambientales y el nivel de exposiciones hacia ellos también son culpables de este tipo de reacciones.
Por eso, vivir en un lugar u otro determinará los agentes externos a los que te expones con mayor frecuencia y, con ello, habrá más probabilidades de ser alérgico a alguna sustancia. Además, no existe una edad concreta para sufrir estas reacciones, ya que la respuesta negativa que genera el organismo puede darse en cualquier momento.
Aunque las alergias no tengan cura, sí que se pueden evitar llevando a cabo unas buenas prácticas como la limpieza. Disponer de una casa libre de ácaros dificultará la aparición de sustancias hipersensibles.
