Comer carne podría aumentar el riesgo de padecer asma

Comer carne podría aumentar el riesgo de padecer asma

La carne roja contiene una mayor concentración de grasas saturadas vinculadas con una peor salud cardiovascular, motivo por el que el consumo recomendado  es de tres raciones de carne blanca y una de roja a la semana, pero hay otra serie de circunstancias que inclinan la balanza hacia un consumo moderado de carne, especialmente en edades tempranas.

De esta manera, las sustancias proinflamatorias producidas durante el proceso de cocción, los conocidos como Advanced Glycation End Products (AGE) o "productos de la glicación avanzada" se relacionarían con un aumento de la sibilancia, y de ahí, a un mayor riesgo de desarrollar asma.

En un estudio publicado en la revista Thorax por investigadores de la Escuela de Medicina del prestigioso hospital neoyorquino Mount Sinai, se señala a la carne como uno de los indicadores alimentarios que puede tener implicaciones en la salud pública y hospitalaria generalizadas con respecto a la prevención de las enfermedades inflamatorias de las vías aéreas, y especialmente del asma, cuya incidencia va en aumento.

Un AGE es en realidad una proteína o un lípido que pasa por el proceso de glicación al verse expuestos a los azúcares reductores. Estos elementos encuentran en la comida basura y los utraprocesados su vergel particular, ya sea en los productos con azúcares añadidos o precocinados para microondas, o en las carnes asadas y a la parrilla.

Recientemente, investigadores de la Universidad de Nápoles 'Federico II' trazaron el origen de las alergias alimentarias, cada vez más frecuentes entre los niños, también hasta los AGE. Los investigadores trabajaron con datos de 4.388 niños entre los 2 y los 17 años recogidos entre 2003 y 2006 en el marco de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) de EEUU, una iniciativa gubernamental de sanidad pública diseñada para evaluar el estatus nutricional y el estado de salud general de los adultos y los niños estadounidenses mediante entrevistas y exámenes físicos.

Gracias a los datos de la encuesta NHANES, se pudieron evaluar las asociaciones entre los AGEs de origen alimentario y el consumo frecuente de carne, y en base a ello, la incidencia de síntomas respiratorios, de forma que pudieron observar que una mayor ingestión de AGEs estaba relacionada de forma significativa con mayores probabilidades de padecer sibilancias, especialmente las que implicaban trastornos del sueño, dificultad para hacer deporte, y que implican la necesidad de fármacos.

Según ha explicado explica la Dra. Jing Gennie Wang, autora principal e investigadores del departamento de Medicina Pulmonar, Cuidados Críticos y Sueño en la Escuela de Medicina Icahn del Mount Sinai, "descubrimos que un mayor consumo de AGEs en la dieta, que se derivan principalmente de la ingesta de carnes, se asociaba con un riesgo mayor de sibilancias, sin importar la calidad general de la dieta o la existencia de un diagnóstico preexistente de asma".