Hace tiempo que se utilizan mascarillas para evitar la exposición al polen y frenar los síntomas de la alergia, mucho antes de que se pusieran de moda por el coronavirus. Este sencillo mecanismo ahorra más de una visita a urgencias y reduce el consumo de medicamentos de rescate, como el Ventolín o los antihistamínicos. Sin embargo, los alérgicos no las han utilizado por costumbre, sobre todo por miedo a que los tomen por personas enfermas.

Ahora que son obligatorias y se pueden llevar sin miedo a que se fijen en ellos, el presidente del comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología en Inmunología Clínica, Ángel Moral, ha advertido que no vale cualquier mascarilla; ya que solo hay dos que reducen los síntomas de la alergia al polen, y de ellas únicamente una es recomendable en el contexto actual.

El doctor descarta para este fin las mascarillas higiénicas, ya que "no hay seguridad de que protejan de infecciones por virus o de los pólenes, ni al que la lleva ni al resto", lo que deja dos opciones a los interesados en poner coto a los estornudos, picores y la secreción nasal que aguantan cada primavera: las mascarillas quirúrgicas y las de protección, más conocidas como FFP.

Las primeras sirven para bloquear los pólenes alergénicos porque sus tamaños oscilan entre las 15 micras de la parietaria y las 35 micras de la arizónica —el polen de las gramíneas, el plátano de sombra y el olivo tiene un tamaño intermedio, de unas 25 micras—; pero cuando se pretende interponer una barrera a estos molestos granos volantes, las mascarillas quirúrgicas no son la elección correcta.

En un reportaje publicao en el diario El País, Moral asegura que "no son válidas para los alérgicos aunque atrapen los pólenes porque no se ajustan adecuadamente a la cara, por lo que los dejan pasar por los bordes hasta la nariz y la boca". Para que eso no suceda, señala como única opción las mascarillas FFP, que bloquean el polen con sus microfibras de polipropileno y sellan cualquier resquicio gracias a su pinza nasal y su forma ergonómica.

Usar una mascarilla FFP1, que atrapa un 80 % de las partículas de más de 0,3 micras, es suficiente para reducir la exposición, "aunque las FFP2 y las FFP3 son más eficaces", ya que filtran el 92 % y el 98 %, respectivamente.

"Los pólenes que se producen durante la primavera en España, dependiendo de las diferentes zonas geográficas, son el del plátano de sombra, en la segunda quincena de marzo [el confinamiento comenzó en 15 del mismo mes] y la primera de abril: el del abedul, en abril y mayo; y el de las gramíneas y el olivo, desde abril hasta junio", ha explicado el especialista en alergología e inmunología clínica.

El tiempo dirá cuánto agradecerán los alérgicos haber elegido la mejor mascarilla, pero de momento, gracias al uso de las mascarillas adecuadas, las personas con alergia al polen previsiblemente tendrán menos síntomas esta primavera, aunque solo es una de una larga lista de precauciones que se pueden tomar para hacer que la estación de las flores sea más llevadera. Entre el resto de recomendaciones para sobrellevar las alergias, los expertos detacan:

Consultar los niveles de polen, lo que se puede hacer a través de una página web de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica o aplicaciones avaladas por la entidad.

• Evitar las salidas al campo y las actividades al aire libre en días de alta polinización. No cortar el césped ni podar árboles.
• Cerrar las ventanas de la casa. Ventilar la vivienda durante las primeras horas del día o por la noche, y durante poco tiempo.
• En el exterior, utilizar gafas de sol y mascarilla que cubra la nariz y boca en días de alta polinización. También se pueden utilizar tapones nasales.
• Ducharse y cambiar de ropa al llegar a casa, ya que podemos llevar los pólenes en la ropa o en el cabello.
• No tender la ropa en el exterior los días de viento porque recogerá pólenes.
• Viajar con las ventanillas del coche subidas y usar filtro antipolen en los vehículos.