La imposición del uso de la mascarilla para prevenir los contagios del coronavirus está teniendo un efecto muy positivo a la hora de reducir los efectos de las alergias, hasta el punto que reduce el 70 % de los síntomas de alergias.

Según José Ángel Cumplido, alergólogo en el Hospital Perpetuo Socorro en Las Palmas de Gran Canaria, el polen es un alérgeno que afecta a las personas cuando están en el exterior y, dado que este elemento de protección individual se ha impuesto como obligatorio al salir a la calle, está protegiendo no solo del virus, sino también de la exposición al polen.

De esta manera, según el alergólogo, “ayuda frente a la exposición en las vías respiratorias bronquial y nasal”, aunque las personas que sufren alergias graves, ya hacían uso de la mascarilla.

Sin embargo, en la primavera de 2020, durante la época del confinamiento, los alergólogos notaron que las consultas por alergia a pólenes disminuyeron drásticamente, hasta el punto de que “las consultas cayeron un 80 % durante la primavera anterior”.

A pesar de que los rangos de polinización fueron muy altos, el especialista apunta que “ha llovido mucho, los índices de polen ambiental son muy elevados, lo que normalmente repercutiría en una incidencia en las alergias por polen más elevada”.

De esta manera, los expertos constatan que la mascarilla ayuda a reducir el impacto de la rinitis, el picor nasal, los estornudos, la pérdida de olfato o la congestión nasal, aunque no evita el impacto en los ojos o la conjuntivitis, una afección que es menor al evitar la rinitis.

Así las cosas, el especialista ha advertido que “para proteger los ojos recomendamos usar gafas de sol y evitar pasar por zonas de muchos árboles”, al tiempo que señalaba que tanto las mascarillas quirúrgicas como las FFP2 son útiles para evitar los efectos de las alergias, debido que las partículas transmisoras del polen son mucho más grandes que las de cualquier virus. “Con una quirúrgica sería suficiente”, ha asegurado.