Una de de cada cinco mujeres experimentan cambios en su piel durante el embarazo, que pueden incluir acné, oscurecimiento de la piel y estrías. Los especialistas afirman que aunque estas marcas de belleza pueden molestar estéticamente, no deben preocupar y son totalmente normales.

Algo menos común, aunque también frecuente es la aparición de ronchas en la piel o urticaria, que se deben a los cambios hormonales y que suelen desaparecer tras el parto.

Además de estirarse para acoger al bebé que crece en el interior, provocando sequedad y picor, la piel de la futura mamá también puede sufrir granitos y rojeces: erupciones cutáneas que desaparecerán tras el parto, cuando el nivel hormonal vuelva a su estado anterior. Estas pequeñas lesiones, que se manifiestan a veces con un picor muy incómodo, no son peligrosas para la madre ni para el bebé y suelen aparecer en el último mes de embarazo, aunque en alguna ocasión permanecen durante el puerperio. Se producen porque el vaivén hormonal y los cambios propios de la gestación provocan que el organismo se vuelva más sensible a agentes patógenos y la embarazada acuse más brotes de urticaria.

Las causas más frecuentes que la provocan pasan por una reacción alérgica a casi cualquier cosa, por ejemplo alimentos como lácteos, frutos secos o mariscos, a picaduras de insecto, a medicamentos, a productos químicos, al polen o al pelo de algún animal. Como puede empeorar o activarse por el rascado, el estrés o la presión sobre la piel, es importante hidratarla para no empeorar las erupciones.

Por otra parte, los picores en la barriga de la embarazada denominada Pápulas y Placas de Embarazo Urticariales Pruriginosas (PUPP), supone una enfermedad inflamatoria de la piel que pueden llegar a padecer una de cada 150 mujeres embarazadas, y se reconoce por las pápulas rojas que sobresalen en la piel que suelen aparecer en el abdomen, donde hay estrías, y pueden extenderse por los brazos y las piernas, provocando comezón.

Algunas investigaciones apuntan a que las PUPP están relacionadas con una condición genética, ya que parece ser hereditaria, pero la causa que la provoca aún es desconocida. Es más frecuente en madres primerizas (entre las semanas 36 y 39) y no suele volver a repetirse en embarazos posteriores.

Se presenta de formas variables: al principio se manifiesta como pápulas urticariformes (placas rojizas edematosas) que afectan a las estrías de distensión y que suelen picar mucho. Después, las lesiones varían de morfología, pudiendo parecerse a granitos de picaduras de insecto o ampollas....

En algunas ocasiones también aparecen en brazos y otras partes del cuerpo e incluso en la cara, por lo que es aconsejable consultar con el ginecólogo para que recete el tratamiento más adecuado.

Además, se puede padecer en estos casos  de colestasis de embarazo, que afecta a 1 de cada 50 mujeres y se reconoce porque aparece un picor intenso en la piel acompañado de náuseas, vómitos, y, en casos extremos, ictericia. Este último síntoma puede indicar que hay problemas en el hígado, por lo que se recomienda acudir inmediatamente al médico porque se asocia a un incremento de prematurez o incluso muerte fetal.

Para prevenir y tratar la urticaria durante la gestación, aunque es habitual que las erupciones leves desaparezcan solas siempre que no se frote la zona afectada para no empeorarlas, es recomendable no usar jabón y mantener la piel bien hidratada para combatir la sequedad y el picor. Si la erupción se debe a una reacción alérgica, es posible que el médico recete algún tratamiento antihistamínico que no afecte al bebé y algún producto tópico para aliviar la picazón.

Entre los consejos que ayudan a minimizar la urticaria en la gestación, destacan los de evitar los baños calientes y duchas de agua caliente, no usar ropa ajustada, tratar de no rascarse la piel, o evitar el estrés y practicar técnicas de relajación.