Cuando se padece alergia a los hongos y al moho...

Cuando se padece alergia a los hongos y al moho...

Los hongos y mohos son microorganismos vivos que se ven a simple vista, pueden encontrarse en las paredes, las frutas en descomposición o en las hojas caídas en otoño cuando se van pudriendo. Estos microorganismos descomponen la materia muerta, por ello su función biológica es básica para el medio ambiente, aunque puedan producir reacciones alérgicas en los seres humanos, además de otras enfermedades.

Según Pedro Ojeda, director de Comunicación de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), los hongos y mohos proliferan en sitios con humedad y en umbría, y sus condiciones más propicias para crecer son si disponen de materia orgánica muerta para alimentarse y realizar así este importante papel biológico.

Estos microorganismos se reproducen por esporas o filamentos, aquellos que producen esporas son los alérgenos más comunes para el ser humano ya que estas esporas se encuentran en superficie pero también suspendidas en el aire y se pueden inhalar. La sensibilización ante estas esporas produce una alergia cuyo origen está en las proteínas que contienen, lo que hace que se encuentran en los alimentos en putrefacción, en zonas con materia muerta como bosques, jardines, riberas de río o en las casas en las manchas negras que aparecen por humedad en los cuartos de baño o en las paredes de las viviendas con colores dentro de la gama del verde al marrón.

Las personas se pueden exponer a los hongos y mohos cuando se encuentran en estos ambientes, y aunque los hongos existen durante todo el año, hay más concentración de esporas en primavera y verano, en los días de tormenta, ventosos o con niebla.

Hay casos en los que se produce la denominada alergia a la humedad, una expresión resulta ambigua, ya que en realidad no existe una alergia de este tipo sino que más bien constituye una forma de referirse a las alteraciones que se producen en personas asmáticas debido a un cambio en las condiciones climáticas a las que está acostumbrada la vía respiratoria del asmático.

Según Ojeda, "aunque una casa sea húmeda no necesariamente la exposición a hongos será relevante y puede ser más probable que los síntomas se deban a una alergia a los ácaros del polvo de la casa", al tiempo que cuando se buscan las posibles causas de alergia en un paciente, entre los aspectos a examinar se encuentran las condiciones de su vivienda.

Aunque el grado de sensibilización es diferente para cada persona, en el caso de los hongos en el ambiente, se estima que éstos pueden producir alergia a partir de una concentración de 20 esporas por metro cúbico de aire.

El hongo que ocasiona más reacciones alérgicas es un hongo de exterior denominado Alternaria, de forma que cuando en un niño pequeño se producen mocos durante todo el año con crisis de asma o catarros repetidos será ecesario realizar un estudio alérgico, ya que puede existir una inflamación crónica de las vías respiratorias debido a una alergia.

En la evolución del catarro, la mucosidad suelen empezar siendo clara y líquida, evolucionando a espesa y amarillenta o verdosa. En el caso de que el paciente sea asmático, es frecuente que un catarro de vías altas progrese a afectación de las vías respiratorias bajas, con crisis de asma. Pero si no hay un patrón claro de que se trate de infecciones respiratorias víricas es mejor realizar un estudio alérgico.

Puede tratarse de alergia a los hongos del ambiente si existen más de 3 o 4 episodios de asma en el año. En los adultos, se pueden identificar por crisis asmáticas bruscas en los días con recuentos elevados de esporas. En ocasiones no se da importancia a la sensibilidad a la Alternaria, se acude al médico para controlar los síntomas del asma pero no se incide sobre el control de la causa que consistiría en evitar determinados ambientes o recibir un tratamiento de inmunoterapia para que el sistema inmunitario desarrolle tolerancia a los hongos.

Las pruebas tradicionales incluyen el prick cutáneo en el que se expone a la persona a 5 o 6 hongos distintos y el análisis en busca de anticuerpos específicos en sangre. En ocasiones, se puede recurrir a la prueba cutánea de intradermorreacción, en la que se inyecta el alérgeno un poco más profundamente en la epidermis y se pueden valorar posibles respuestas inmunológicas retardadas.

Por otra parte, existen análisis más modernos que nos permiten detectar la sensibilización a las proteínas de los hongos, lo que se denomina un diagnóstico molecular.

Entre los factores de riesgo para padecer esta alergia a los hongos están una predisposición genética a padecer alergia, que se traduce en que a mayor carga familiar existe una mayor predisposición. Pero también son importantes los factores de riesgo ambientales y la exposición repetida a los alérgenos.

Si no se realizan las pruebas de alergia se pueden tratar los síntomas con medicación pero no se va a las causas; sin embargo, cuando se ha diagnosticado la alergia sí se pueden tomar precauciones para minimizar sus síntomas y desarrollar una mayor tolerancia, tales como como evitar aquellas situaciones que exacerban la rinitis o el asma, no salir al aire libre en las horas previas a una tormenta, no pasear por el bosque en zonas de hojas caídas o en zonas de río y, si existen, poner remedio a las manchas por humedad en la vivienda.

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