Cuando la mascarilla produce alergia...

Cuando la mascarilla produce alergia...

El Ministerio de Sanidad obliga a usar mascarillas en espacios cerrados, en el transporte público y en la calle si no se puede garantizar la distancia de seguridad de dos metros, una medida que responde a los posibles efectos que pueda tener la desescalada, y que significa que nuestra piel estará más tiempo en contacto con esta medida protectora.

Según un estudio publicado en la revista Journal of the American Academy of Dermatology, se ha detectado en el colectivo sanitario un aumento de las lesiones en la piel provocadas por las medidas protectoras para frenar la infección; y aunque es cierto que el tiempo que pasan estos profesionales con la mascarilla puesta es mucho mayor que el que pueda pasar una persona que no trabaja en el ámbito sanitario, demuestra que es necesario tomar medidas para que nuestra piel se mantenga sana, porque su uso puede ser molesto, especialmente si se sufre alguna alteración en la piel que pueda agravarse con este uso.

Una mascarilla, para que pueda llevar a cabo su función, debe ajustarse bien a la cara, sobre todo en la parte de alrededor de la nariz para garantizar que ofrecen la máxima protección; y cuando se mezcla la humedad del aliento, el calor y el estrés, se genera un ambiente caliente y húmedo debajo de la máscara que, en ocasiones, puede provocar problemas y molestias en la piel, ya que la fricción y el roce de la mascarilla con la piel y el sudor atrapados debajo pueden hacer que la barrera cutánea se rompa porque se crea un microclima estanco.

Varios estudios hablan de la aparición de afecciones dermatológcias por el uso de equipo de protección personal y de una higiene personal excesiva en sanitarios y en personas que tienen alguna patología o problemas previos, como alergia o dermatitis seborreica, una afección ligada también al estrés; y se han descrito lesiones por presión, dermatitis de contacto, picazón, urticaria por presión y complicaciones de otras enfermedades cutáneas ya existentes como acné, sobre todo en la barbilla y la nariz.

Cada vez que se deteriora la barrera cutánea, puede aparecer irritación, enrojecimiento y marcas, no solo en la cara sino también detrás de las orejas, una parte donde también se produce roce por el contacto con las gomas o las cintas que las sujetan.

En vista de que parece que tendremos que ir acostumbrándonos a utilizar las mascarillas en nuestro día a día durante un tiempo para prevenir contagios, es importante que tengamos en cuenta algunos remedios para mimar nuestra y darle los cuidados que necesita.

En este sentido, la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV) recomienda lavarse bien la cara con un jabón neutro y aplicar crema hidratante sin fragancia en las zonas de mayor contacto y un protector cutáneo aproximadamente una hora antes de ponerse la mascarilla. De esta manera, disminuye la fricción entre la piel y la máscara; ya que cuando la cara se desgasta por la fricción, la capa superior de la piel libera agua y, por tanto, la piel pierde su humedad natural y se convierte en una barrera protectora menos efectiva contra la máscara.

Además de la hidratación, es importante el uso, antes de ponernos la mascarilla, de jabones indicados para pieles intolerantes de pH neutro o incluso sin jabón y secar sin frotar, dando pequeños golpecitos suaves. Puede aplicarse también algún producto que actúe de barrera con la piel, como vaselina, sobre todo en las zonas más prominentes como el taquique nasal y los pómulos.

En caso de que padezcamos algún tipo de alergia o alguna lesión previa, debemos proteger esta zona con una crema barrera y taparla con un apósito, de manera que estará protegida de la fricción de la mascarilla.

Es recomendable no maquillarse en la zona que queda tapada bajo la mascarilla, porque la piel no puede "respirar" bien, y si lo hacemos, es importante evitar el maquillaje en las zonas que quedan cubiertas, por lo que cualquier sustancia que pueda ser irritante o que obstruya los poros debe evitarse bajo la piel cubierta.

Mientras llevamos la mascarilla también debemos prestar atención a las señales que nos envía la piel, por lo que es importante mantenerla limpia debajo de la mascarilla en todo momento y, en el caso de que se tenga que utilizar durante mucho rato, será recomendable aligerar la presión cada dos horas.

Para que las gomas no rocen la parte trasera de las orejas todo el rato, podemos fabricar una especie de tira que una las dos gomas por detrás de la cabeza, lo que evitaría que estas se apoyen directamente en las orejas.

Un limpiador facial fuerte puede afectar y alterar la capa externa de la piel y aumentar el riesgo de sequedad e inflamación. Si, tras usar la mascarilla, aparece irritación o eccemas, pueden usarse cremas antiinflamatorias por la noche, como corticoides tópicos, durante unos 5-7 días.

Si se utiliza una mascarilla de tela debe prestarse atención al tipo de tejido porque esto puede marcar una gran diferencia entre tener problemas en la piel o no. Si una persona es propensa a tener acné, es preferible evitar las telas de poliéster, nylon o rayón, porque tienden a atrapar el sudor debajo y, por tanto, aumenta el riesgo de irritación.

Puede usarse una capa interna hecha de material absorbente como el algodón, que ayuda a eliminar un poco el sudor y es menos probable que provoque brotes. La capa externa de la mascarilla puede ser de un tejido más grueso para proporcionar más protección contra microbios, mientras que la capa interna, la que está en contacto con la piel, debe ser más suave, natural y transpirable, 100 % algodón, como el de una camiseta o de unas sábanas.

Las mascarillas de tela son reutilizables, por tanto, entre uso y uso deben lavarse con agua caliente después de usar; con lo que es importante evitar el uso de detergentes con fragancias y aditivos que puedan irritar la piel. En este sentido, lo mejor es disponer de más de una mascarilla para rotarlas.

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