"Las mascarillas cumplen su función en la prevención del contagio de la COVID-19, de la misma forma que lo hacen para protegernos de la exposición al polen". Son palabras del Dr. Pedro Ojeda, alergólogo y director médico de la Clínica Ojeda.
Todo el lío que se ha generado en torno a las mascarillas y su escasez relacionada con la crisis del coronavirus podría no entenderse si no se sconoce que existen distintos tipos de mascarillas, por lo que es conveniente saber cuáles son realmente válidas para cada caso.
Las mascarillas quirúrgicas son útiles para evitar la propagación del virus por parte de las personas convalecientes de la enfermedad por nuevo coronavirus, ya que las pequeñas gotas de saliva que expulsan al respirar o al hablar se quedan recogidas en su interior. Sin embargo, las mascarillas sanitarias básicas protegen poco de la exposición a pólenes, porque en su parte lateral queda bastante abierta, y por el hueco que la separa de la piel podemos seguir respirando pólenes.
Sin embargo, según defiende Ojeda, las mascarillas FFP2 quedan mucho más cerradas cuando se colocan en torno a la boca, y por lo tanto, protegen mucho más de la exposición a los pólenes, así como de la transmisión del coronavirus. En este caso, al ser más cerradas, protegen no solo de la propagación del virus, sino también de la inhalación de partículas de secreciones respiratorias que podrían contener el virus.
En cualquier caso, ninguna de estas dos mascarillas protege de los síntomas oculares, puesto que no cierran los ojos. Por esta razón, a pesar de llevar mascarilla, si somos alérgicos a pólenes podemos experimentar síntomas, y también podemos contagiarnos de la COVID-19 si nos llevamos las manos a los ojos, así que conviene recordar las medidas sanitarias recomendadas para la prevención del nuevo coronavirus, tales como una correcta higiene de manos, evitar llevarse las manos a la cara, desechar los pañuelos de papel tras su uso y taparse con el codo la nariz y la boca al toser y estornudar.