La borrasca Celia nos está afectando estos días de lleno en forma de lluvias y está provocando unos cambios en el cielo debisods a una nube de polvo sahariano que ha entrado en nuestro país por el levante arrastrada por las corrientes de la borrasca y que están tiñendo de naranja el cielo.
El caso es que los efectos de esta calima pueden afectar a nuestra salud, teniendo en cuenta que las partículas PM10 entran a nuestro organismo a través de las vías respiratorias, por lo que pueden alcanzar al pulmón y, como consecuencia, al riego sanguíneo.
De esta manera, este cielo naranja puede provocarnos algunos síntomas que se podrán notar y que estarán relacionados con problemas respiratorios e irritación en la zona de las mucosas, y hasta es posible que este polvo naranja que nos llega pueda provocar obstrucción nasal, picor en los ojos y tos persistente, de ahí que los especialistas recomienden cuidarse ante esta borrasca que puede causarnos problemas importantes.
Asimismo, si la calima persiste y tiene una densidad muy abundante, pueden aparecer broncoespasmos, dolor torácico y asma, especialmente en personas que tengan algún tipo de alergia u otras enfermedades y patologías en las vías respiratorias. Por otra parte, el cielo naranja, a pesar de que nos proporciona una estampa preciosa, también tiene efectos negativos en la visión ya que, al tratarse de arena, nos creará una reducción de la visibilidad importante, algo a tener en cuenta si tienes que salir con el coche o viajar en los próximos días.
Este fenómeno meteorológico, provocado por la llegada de la borrasca Celia, tiene su explicación en la presencia de los vientos que arrastran el polvo y la arena del desierto subsahariano y lo trasladan, en este caso, hacia la Península Ibérica, aunque podría expandirse también hacia otros países europeos en las próximas horas.
El problema para la población y su salud es que no solo arrastra polvo y arena del desierto, «sino todos aquellos contaminantes que expulsan la industria de Marruecos, del Norte de África y de Argelia», ha explicado a ABC Íñigo Pérez-Baroja, vicedecano del Colegio Oficial de Químicos de Madrid. Además, durante este desplazamiento, el viento arrastra las sustancias contaminantes que se encuentra a su paso, como pueden ser de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, hacia donde se dirija.
Aparte de los contaminantes, la calima está compuesta específicamente por aluminosilicatos (óxido de aluminio y sílice), arcilla, yeso, calcita y otros minerales, a los que se agregan por el camino hongos, bacterias y contaminantes que encuentran a su paso suspendidos en el aire.
El problema es que las partículas que miden menos de 10 micras (0,01 microgramos) entran directas al sistema respiratorio y, por tanto, al riego sanguíneo.
En principio, la calima no es tóxica, pero una acumulación de estas partículas en el sistema respiratorio sí que sería comprometedor para personas que tienen algún problema relacionado, sobre todo, con enfermedades como el asma.
Según ha explicado Pérez-Borja, «la calidad del aire se suele medir por las partículas que hay en suspensión, con un diámetro de 10 micras (PM10), esto es, pm10. Si prolongadamente respiramos esa cantidad sí que podría acarrear problemas de salud».
Este episodio se estima que dejará hasta 500 mg de partículas por cada metro cúbico, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de niveles máximos aceptables de 50 mg, es decir, se multiplicará por diez el nivel de seguridad, ya que el promedio diario que la OMS entiende como saludable de 45 µg/m3.
Con todo, el episodio podría acabar si finalmente se generalizan las lluvias que ya se están dando en algunas ciudades españolas, ya que las precipitaciones arrastran la calima hacia el suelo y, por lo tanto, lo apartan del aire.