Cuando nuestro sistema inmune tiene una reacción explosiva hacia un determinado alérgeno, puede afectar a todo el cuerpo con el consiguiente colapso: un shock anafiláctico. Si unimos esto a que el deporte influye en cómo el cuerpo reacciona en función de lo que hayamos ingerido previamente, podemos decir que anafilaxia y deporte no son buenos aliados, y que practicar sin control el segundo, podría acabar en lo primero...
La anafilaxia es un proceso inmunológico multi-factorial muy complejo, cuya fase final provoca una degranulación de los mastocitos y basófilos, células clave en el desarrollo de esta afección al liberar varias moléculas, entre la que destaca la histamina.
La gravedad de las reacciones es muy variable, desde formas leves hasta incluso el fallecimiento, y aunque es una patología muy poco frecuente, con una incidencia estimada entorno a un 1 % de la población, si ocurre, se afectan al menos dos órganos, siendo los más frecuentemente implicados:
- Piel y mucosas: eritema generalizado, habones, congestión nasal y ocular, edema, palidez o cianosis…
- Aparato respiratorio: tos, estornudos, rinorrea, dificultad respiratoria, edema laríngeo, lingual y/o faríngeo, sibilancias…) Sistema digestivo (náuseas, vómitos, dificultad para deglutir, calambres abdominales, diarrea…
- Sistema cardiovascular: palpitaciones, hipotensión, shock, parada cardiaca…
- Sistema nervioso central: ansiedad, convulsiones…
La anafilaxia se produce en las personas que tienen una predisposición genética y que, normalmente, padecen alergia, lo que no quiere decir que toda persona alérgica vaya a sufrir episodios de anafilaxia, sino que en ellas es más probable que en otras que no padecen de esta afección. Así las cosas, aquellos sujetos que tengan un componente de asma y/o rinitis alérgica, tienen un riesgo añadido para desarrollar síntomas más rápidos y graves en caso de un episodio de anafilaxia.
La etiología de una reacción anafiláctica puede ser de lo más variopinta, pudiendo identificarse causas alérgicas como no alérgicas, así como unas determinadas condiciones que, en ocasiones, son cruciales para desencadenarla: los llamados cofactores. Estos los componentes alergénicos destacan:
- Alimentos: los más frecuentes son cereales, sobre todo el trigo, pero también las frutas, frutos secos, mariscos, huevo, leche...
- Medicamentos: antiinflamatorios no esteroideos, beta-bloqueantes, inhibidores de la enzima convertasa de angiotensina, contrastes yodados, anestesia, opioides...
- Venenos de himenópteros: abejas, avispas…
- Látex
- Cambios hormonales
En estos casos, los síntomas comienzan de forma inmediata, o unos minutos tras la exposición, dándose la circunstancia de que en la actualidad, la incidencia de patologías alérgicas están en auge, debido a diversos factores como la manipulación agro-alimentaria, la contaminación o una flora intestinal desequilibrada.
Por otra parte, una exposición repetida a un alérgeno, así como la duración de la misma, va a ser determinante para desarrollar un episodio de anafilaxia. Componente no alergénico En ciertos casos también puede producirse en ausencia de alergias, lo que se conoce como reacciones anafilactoides, entre las que destaca la urticaria colinérgica, que aparece unos minutos tras la exposición al calor, una situación de tensión emocional o al esfuerzo físico.
En estos casos, las manifestaciones clínicas se caracterizan por una erupción cutánea generalizada, pudiendo implicar a otros órganos, llegando a un episodio anafiláctico; y su mecanismo no es muy bien conocido, siendo lo más probable un desequilibrio molecular entre la histamina y la acetilcolina en las terminaciones nerviosas colinérgicas.
Por otra parte está la urticaria idiopática, que es aquella en la que no es posible identificar la causa.
Sin embargo, hay una tendencia que parece aumentar en la actualidad, y es la de padecer episodios de anafilaxia alimentaria inducida por ejercicio, un fenómeno descrito por primera vez por Maulitz en 1979, cuando observó que un corredor de fondo sufría reacciones anafilácticas recurrentes de intensidad variable con la práctica de ejercicio físico tras la ingestión de marisco.
La ingesta de dichos alimentos potencialmente alergénicos dentro de las 4 o 5 horas previas al ejercicio físico, provoca de forma inmediata o algunos minutos tras finalizar el esfuerzo, una serie de signos y síntomas muy variables de una persona a otra, y su intensidad no está directamente relacionada con el grado de ejercicio ni con la cantidad de alimento ingerido.
Por otra parte está la anafilaxia alimentaria a la carne de diversos mamíferos, la cual es una excepción dentro de las alergias alimentarias, puesto que es una reacción tardía, apareciendo los síntomas al cabo de 3-6 horas después de haber ingerido la carne, sin estar implicados necesariamente los cofactores... eso si, la única manera de sufrir esta patología es si te pica una garrapata algunos días, meses o incluso años previos al episodio, lo cual se debe a que esta transmite a la persona una molécula de azúcar llamada alfa-gal, que es la responsable de todas las reacciones inmunológicas.
En otro orden de cosas, una persona puede tener un alergia alimentaria tan leve que, como es habitual, pase desapercibida; lo que se llama alergia subclínica y que sólo se manifestará si se añaden otros cofactores como una infección, la ingesta de ciertos medicamentos y/o ejercicio físico, pudiendo sufrir un episodio anafiláctico.
Otro aspecto a tener en cuenta es que este fenómeno puede ocurrir en un sujeto durante el periodo de polinización, pero no en otra época del año, lo que se debe a la coexistencia de una alergia alimentaria a ciertas frutas, verduras y/o frutos secos, con la exposición al polen y el ejercicio físico. En estos casos se produce lo que se llama una reacción cruzada, al detectar el sistema inmune una proteína que es común en ciertas frutas y vegetales, así como en pólenes. El caso es que si hay un esfuerzo físico añadido, este agravaría todavía más el proceso.
El tratamiento es fundamentalmente preventivo, evitando el alérgeno responsable así como ciertos cofactores según cada caso. Así las cosas. en las anafilaxias alimentarias inducidas por ejercicio físico, se evitará la ingesta de ciertos alimentos al menos en las 6 horas previas, o se recomendará suprimirlos totalmente.
También se puede recurrir a la farmacoterapia profiláctica con antihistamínicos, cromonas, magnesio, vitamina C, polifenoles, etc., y siempre teniendo en cuenta que el buen cumplimiento terapéutico crónico de una urticaria, asma y/o rinitis, es fundamental para evitar desestabilizaciones de la enfermedad de base, pudiendo disminuir la evolución de un eventual episodio de anafilaxia.