El cambio climático impacta profundamente en asmáticos y alérgicos

El cambio climático impacta profundamente en asmáticos y alérgicos

Con motivo del Día Mundial de la Meteorología que se celebra el 23 de marzo, la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI), la Federación Europea de Alergias y Enfermedades Respiratorias (EFA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se han unido para luchar cjuntas ontra el cambio climático, mitigando sus efectos en la salud hacia la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

 

Los cambios climáticos pueden afectar directamente a las vías respiratorias por enfriamiento o irritación, hasta el punto de que se ha demostrado que las exacerbaciones del asma y la rinitis se precipitan por la baja temperatura y la humedad o por una caída repentina de la temperatura, mientras que las admisiones de asma aumentan después de la presión barométrica baja o alta y las precipitaciones.

El cambio climático es además una amenaza para el bienestar de los pacientes con asma y alergia gracias a una mayor exposición a factores de riesgo, mediante el empeoramiento de la contaminación del aire ambiente y la alteración de la producción de polen local y regional, la proliferación de moho y la pérdida de biodiversidad.

El patrón de todos estos efectos varía regionalmente dependiendo de la latitud, altitud, lluvias y tormentas, patrones de uso de la tierra, urbanización, transporte y producción de energía, al tiempo que las variaciones significativas en la temperatura, humedad, viento y precipitaciones que acompañan al cambio climático afectan profundamente la calidad del aire a través de modificaciones en el transporte, dispersión y conversión de los contaminantes atmosféricos.

Además, el calentamiento atmosférico aumenta el ozono a nivel del suelo en muchas regiones, y los fenómenos relacionados tales como urbanización, ventilación perturbada y aumento del confinamiento en interiores, incendios forestales y tormentas de arena, están en el origen del empeoramiento de la exposición al gas y a las partículas de material.

Todos estos eventos ponen a las personas en un riesgo elevado de exposición al aire contaminado, lo que resulta en el desarrollo o agravamiento del asma y las enfermedades alérgicas, quedando demostrado que la exposición a la contaminación del aire, especialmente PM fino y ozono, exacerba el asma y la rinitis preexistentes.

En este sentido, se ha notificado una relación causal entre el nuevo inicio del asma infantil y la exposición a largo plazo a la contaminación del aire exterior, especialmente relacionada con el tráfico, como el dióxido de nitrógeno (NO2), PM fino y el carbono negro, hasta el punto de que los datos recientes sugieren que la exposición a largo plazo a la contaminación del aire contribuye causalmente al asma de aparición en adultos.

Por otra parte, el aumento de las concentraciones en el dióxido de carbono atmosférico (CO2), implicado en el proceso de fotosíntesis junto con el aumento de la biomasa vegetal y la floración, resulta en una mayor concentración de polen en el aire, y el aumento de las temperaturas conduce a una temporada de polen anterior y prolongada, mientras que los contaminantes atmosféricos aumentan la carga alergénica por polen y cambian la composición de los alérgenos.

Así las cosas, el polen puede recorrer cientos de kilómetros y, con patrones climáticos cambiantes y distribución alterada de especies, por lo que es posible que las personas estén expuestas a especies de polen nuevas y extranjeras de otras regiones geográficas y países. Además, la liberación repentina y masiva de alérgenos del polen y los mohos después de una tormenta, provocan epidemias de asma por tormenta eléctrica que abruman a los servicios de emergencia en pocas horas.

Pero es que además la pérdida de biodiversidad contribuye al cambio climático, aumentando la deforestación y con ella el dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero "producido por el hombre".

Por todo ello, en el Día Mundial de la Meteorología, las organizaciones apuestan por la mejora de la calidad del aire, que debe promoverse mediante la mejora industrial ecológica, los cambios en los métodos agrícolas, la renovación e intervenciones de vehículos y combustibles, el desarrollo saludable de la ciudad con mayor relación con la naturaleza, la revegetación con plantas no alergénicas y el tráfico inteligente en el centro de la ciudad.

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