Entre el 20 % y el 40 % de la población mundial padece algún tipo de alergia, según estimaciones del Centro Europeo de la Fundación para la Investigación de las Alergias (ECARF), que asegura que uno de cada dos niños nacidos en 2020 en Europa tendrá algún tipo de alergia a lo largo de su vida.
En España, una de cada cuatro personas sufre algún tipo de trastorno alérgico, algo que se incrementa día a día debido a la contaminación y el cambio climático, que provoca un fallo en nuestro sistema inmunológico que impide la tolerancia a sustancias que no son patógenos, por lo que el cuerpo responde como si le atacara un virus agresivo, a pesar de que se deba a un pequeño grano de polen.
De esta forma, nuestro cuerpo identifica erróneamente una sustancia inofensiva como una grave amenaza, convirtiéndose en una reacción o una respuesta anómala ante una sustancia que, en sí, es inofensiva.
La alergia tiene un componente genético, pero también está directamente ligada al estado de salud de cada persona y a la convivencia con una economía desarrollada y consumidora de recursos, de modo que los cambios de atmósfera y la alimentación son dos factores clave a la hora del desarrollo de alergias.
Así las coas, se prevé que el 50 % de la población mundial sufrirá algún tipo de alergia en 2050, hasta el punto de que se considera como una de las mayores pandemias no contagiosas del siglo XXI, ya que por un lado, la contaminación daña gravemente el suelo, el aire y los mares y océanos, y por otro, toda nuestra alimentación nace de aquí, por lo que la consecuencia de arrojar enormes cantidades de productos tóxicos nos afecta, ya que indirectamente los acabamos ingiriendo.
Los datos aseguran además que existen más alergias en las ciudades muy urbanizadas o en los países más desarrollados que en pueblos o países subdesarrollados, de modo que, por ejemplo, el 44,7 % de las alergias en España son producidas por frutas y verduras.
Un estudio reciente realizado en 18 países europeos por el Instituto de Salud Global de Barcelona, ha encontrado que el 33 % de casos nuevos de asma infantil en Europa están causados por la contaminación atmosférica, un problema de salud pública que afecta a un 10 % de niños y jóvenes y a un 5 % de la población adulta de los países industrializados.
En cuanto a la alimentación, son muchos los alimentos que poseen un elevado grado de aditivos y conservantes, un tipo de sustancias que puede provocar reacciones similares a las reacciones alérgicas, por lo que es posible que no sea un alimento concreto el que produzca alergia, sino alguno de sus componentes químicos.
Por otra parte, a lo largo de los años se han modificado los cultivos de tierra, de manera que se les ha añadido sustancias para que los alimentos sean resistentes a virus, hongos o bacterias. lo que ha resultado ser más perjudicial, ya que han respondido como alérgenos agresivos.
Por otra parte, y en contra de lo que pudiera parecer, se ha demostrado que un entrenamiento deportivo muy intenso puede agudizar algunos síntomas de las alergias, tales como broncoespasmo, rinitis, urticaria, angioedema o anafilaxia
En otras ocasiones, sobre todo en el caso de las alergias ambientales, el cuerpo se acostumbra a la presencia de ese alérgeno y ya no responde a él de la misma manera, y lo mismo ocurre cuando nos vacunamos contra una alergia. Sin embargo, esto no quiere decir que esta se supere, sino que es frecuente que con el paso del tiempo los síntomas disminuyan o simplemente haya periodos donde se encuentren más aflorados que en otros.
