Durante la estación primaveral, numerosos tipos de polen vuelan por el ambiente que respiramos y nuestro cuerpo entra en contacto con estas sustancias que considera dañinas, por lo que reacciona para ponernos a salvo.
El cambio de estación y el descenso de temperaturas favorecen la concentración de ciertas partículas alergénicas en el ambiente, existiendo muchas plantas que polinizan durante el invierno y afectan a una gran parte de la población. Los responsables son los árboles o arbustos con madera y hojas fuertemente apretadas como el ciprés o el enebro.
De esta manera, en esta época las cupresáceas, una familia de plantas que generan el segundo polen más agresivo de España, están haciendo su aparición de manera temprana, y aunque hace algunos años se pensaba que al polinizar en invierno, los casos de alergias eran tan solo un catarro más de la época, en realidad no es así.
De hecho, desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica señalan que, casi el 40 % de la población es alérgica a este tipo de plantas; y también hay que tener en cuenta que durante el invierno el uso excesivo de la calefacción y paralelamente, el uso de humidificadores para combatir la sequedad del ambiente, pueden contribuir a ello.
Por otro lado, desde que el cambio climático está haciendo de las suyas, la polinización de ciertas plantas se ve acelerada, y se activa a mitad de enero o incluso antes, de manera que si se adelanta su inicio, lo normal sea que también lo haga su desaparición, pero no es así.
Los meses de exposición, debido a las altas temperaturas y a los contaminantes irán en aumento y se estima que alrededor del 2030 la mitad de la población pueda tener alguna enfermedad alérgica.
