Harrison Schmitt era la persona que más sabía sobre la geología de la luna, pero tuvo que viajar al espacio para descubrir que era alérgico a ella. Era diciembre de 1972 y los astronautas Eugene Cernan y Harrison Schmitt acababan de terminar la inspección del Valle de Taurus-Littrow en la Luna.
Al regresar al modulo del Apolo 17, sus trajes estaban cubiertos de polvo lunar. Una vez lo cepillaron y se sacaron los cascos, Schmitt notó una fuerte irritación en el pecho, en las fosas nasales y en la garganta. Empezó a estornudar y sus ojos se enrojecieron. Sintió aquellos síntomas durante 2 horas hasta que lo entendió: tenía alergia al polvo lunar.
"Es curioso que no lo comprueben", le contestó un compañero, Joseph Allen, desde la Central de Control en la Tierra. Aunque, a decir verdad, reconoce que él tampoco se lo hubiera imaginado nunca, sus síntomas coincidían con los hallazgos de un doctor de la NASA, Bill Carpentier, que indicaban que el polvo lunar podía provocar alergia.
No era el único que había sufrido los efectos del polvo lunar, otros habían sufrido efectos distintos. De hecho, se trata de la principal dificultad con la que se han encontrado los astronautas cada vez que han ido a la Luna. "El principal problema que los astronautas del Apolo señalaron fue polvo, polvo, polvo", ha explicado el director del Instituto de Geociencias Planetarias, Larry Taylor, a Soil Science Society America.
Cuando Schmitt regresó al Apolo 17 sintó una fuerte irritación en el pecho, en las fosas nasales y en la garganta, empezó a estornudar y sus ojos se enrojecieron.
Los astronautas del Apolo 11 dijeron que las partículas del polvo tienden a cubrirlo todo y, en una ocasión, provocó una mancha que les resultó imposible de eliminar. Un miembro de la tripulación del Apolo 12, aseguró que "tenía tanto polvo que cuando me quité el casco, estaba casi ciego".
La alergia es el menor de los males que los astronautas pueden padecer si inhalan polvo lunar. Como consta en un informe de la NASA, llamado Risck of Adverse Health Effects, el polvo es irregular, por lo que una fuerte respiración podría perforar los conductos y sacos alveolares de los pulmones.
Otra particularidad es que está cargado de hierro. Algo que, recientemente, se ha relacionado con la hipertensión generalizada que hay entre los astronautas del Apolo, de acuerdo con el estudio del profesor de Medicina de la Universidad de Ohio, William J. Rowe, denominado Space Flight and Lunar Dust Hypertension.
A pesar de que las expediciones que se habían efectuado anteriormente a la Luna mostraron que los astronautas se exponían a ciertos riesgos, a Schmitt no le importó. Después de sus estudios de Geología en la Universidad de Harvard y de trabajar en el departamento de astrogeología del Servicio Geológico de Estados Unidos, llevaba 10 años estudiando las particularidades de la Luna. Cuando llegó el momento de que fuese un científico por primera vez, él no dudó: "pensé unos 10 segundos, levanté la mano y me ofrecí voluntariamente", dijo en un proyecto de historia oral de 1999 con la NASA.